segunda-feira, 24 de setembro de 2012

Y TRAS LA LLUVIA, CARACOLES.

      Tras muchas plegarias a los Dioses, por fin las lluvias descargaron ayer en Cáceres. Para reconocer el evento, el GP subió a la Montaña a primera hora de la mañana. Un viento cortante y cargado de humedad sacudía con fuerza los olivos y las encinas, y nos recordaba una sensación largamente olvidada: el frío. En el horizonte cercano, Cáceres bañado todavía por el sol de la mañana. Algo más allá, la oscuridad de la lluvia. Fue volver a casa y empezar a llover con fuerza, abrir todas la ventanas para cargar la casa de las fragancias de la tierra mojada, y poco después, salir a disfrutar con Juan de "lagos" y "ríos" (es decir, el agua corriendo calle abajo junto a los bordillos y anegando las cloacas).  En nuestra salida visitamos unos cuantos parques de la ciudad -unas veces andando, otras con el coche-, y cuando por fin escampó, a media tarde pudimos disfrutar de la simpática salida de unos animalitos amantes de la humedad: los caracoles. Decenas de ellos pululaban tranquilamente en los bordillos del parque del Perú, en pleno centro de la ciudad. Como nosotros, estaban deseando que cayeran unas gotas para celebrarlo. Solo que ellos salieron en masa por todo lo alto y se dieron un festín de finas hierbas para conmemorar el día... Quizás el GP tenga algo de caracol que desconocía anteriormente.
 
Los caracoles buscándose entre la hierba. 

En otra parte del parque del Peru, y sobre la misma arena, surgían un gran número de hongos del tipo Geastrum o Escleroderma. Con tanto caracol ya no tuvimos tiempos de deternernos a examinarlos tranquilamente.

sábado, 15 de setembro de 2012

DE VISITA AL... CALDERÓN DE PIORNAL

    Parte superior del Calderón, todavía con agua. 
   
       Durante el mes de septiembre el GP tiene pocas cosas que contar desde Cáceres, asfixiados por los últimos coletazos del verano y el comienzo de curso. Sin embargo, quedan muchas fotografías del verano que no pudieron ser publicadas en su momento, por el proceso de aislamiento internáutico que lleva a cabo el GP durante ese tiempo. Por ello, vamos a seguir rescatando alguna cosilla interesante que quedó en el tintero durante los meses de julio y agosto. En Piornal el GP se dedicó muchó a hacer la ruta del Calderón, por el camino de la Viña.  Este es un paseo que no se hace en más de 45 minutos (media hora para bajar al Calderón, 45 minutos para subir al Piornal) y que realmente merece la pena disfrutar en verano a primera hora de la mañana, cuando todavía no hay demasiadas moscas rondando por los ojos. El camino es el antiguo sendero del pueblo, reconstruido y ampliado a finales de los años cincuenta y pavimentado entero con piedras de granito, para que las caballerizas pudieran subir al pueblo con más facilidad desde Cabezuela. Aunque todavía se mantiene en buen estado de conservación, resulta algo lastimoso que la entrada en el pueblo se haga atravesando un vertedero (con todas las buenas sensaciones visuales y olfativas que esto produce). La cereza, en definitiva, arrincona y desprecia cualquier otro proyecto distinto por estos lares. A pesar de esto, se atraviesan robledales de gran belleza y la calzada completamente empedrada mantiene una dignidad constructiva que merece la pena disfrutarla.
Una de las gomas vampíricas que encontramos en el cauce.
     Cuando uno llega al Calderón en pleno verano, se encuentra con sentimientos enfrentados. No es un arroyo con gran caudal, puesto que está a una altura considerable, pero su cauce se mantiene seco por el riego excesivo de los huertos colindantes. Cuando uno empieza a saltar entre los peñascos, siguiendo las hileras de agua, acaba encontrándose siempre una manguera que chupa (con bastante ruido) hasta la última gota del arroyo. Resultado: el salto del Calderón propiamente dicho se mantiene seco desde el comienzo del verano. Tan solo su parte superior, una represa construida en los años veinte para la "fábrica de luz"  mantiene un caudal permanente. Algo delicioso para un amante de las piedras como el GP, pero deprimente para el visitante en general y un ejemplo más de un uso excesivo de nuestros recursos hídricos. 

       El origen geológico del Calderón es, como otras muchas gargantas de la zona, una falla que atraviesa perpendicularmente el cauce del río (cuyo curso se aprovecha habitualmente de otra falla geológica). Esto provoca el considerable diferencial de altura existente y fue lo que permitió crear una minicentral hidráulica de mediados del siglo XX, de la que apenas quedan restos. En la gran caldera, totalmente seca en el mes de agosto, nos encontramos bolos de granito de muy distinto tamaño arrastrados y erosionados por el agua, y ocasionalmente de diferente composición lítica (cantos rodados de migmatitas, pegmatitas y granitos biotítiticos, especialmente). Por otro lado, en la superficie del granito pueden observarse ocasionalmente filones pegmatíticos y diques de cuarzo, mientras que el la parte superior del Calderón pueden también verse al descubierto ejemplos típicos de la acción erosiva del río, como pequeñas "marmitas". 

     Fuera de los intereses geológicos del GP, este lugar es interesante para observar la rana patilarga (Rana iberica), de la que hicimos mención hace un par de semanas, y disfrutar de la vegetación de ribera, mantenida hasta cierto punto, con distintas especies de helechos amantes de la humedad. Mención aparte merece un enorme castaño que se encuentra a unos pocos metros de la garganta por su parte superior, de dimensiones enormes. 

Camino de la Viña, construido a finales de los cincuenta con las peonadas de todos los hombres del pueblo. Los habitantes de Piornal debían trabajar en él, ya fuera activamente o mediante el pago de algún impuesto. Se usaron barrenos para abrir algunos parajes y está todo perfectamente empedrado con roca local, granitos y migmatitas. 

Detalle del empedrado del camino al Calderón. Sugerencia para el camino: buenas botas (para evitar torceduras) y un helecho para abanicarse y ahuyentar las moscas del roble.

Parte baja del Calderón: imagen del desnivel de la falla que atraviesa la zona. Se ven perfectamente las fracturas del granito y la acción erosinadora del torrente en sus momentos de mayor caudal. 

En la marmita del calderón nos podemos encontrar materiales arrastrados por la corriente de distinto tipo, especialmente migmatitas y granitos biotíticos, con grandes cristales de biotita de tamaño centimétrico, como podemos ver en la fotografía.
Ejemplo de migmatita con su habitual apariencia bandeada de minerales más oscuros (biotita, fundamentalmente) y claros (feldespato y cuarzo). Son rocas formadas en procesos metamórficos locales, y aquí se dan en enclaves particulares pero nunca de forma generalizada.

Rana patilarga piornalega. Su línea dorsal discontinua permite distinguirla de su pariente más cercano, 
la rana roja (se puede ver el anterior post para ver la distinción). La rana común lleva una típica línea dorsal de coloración verdosa en el centro.

terça-feira, 11 de setembro de 2012

ANIMALITOS GALLEGOS: RANA ROJA

     Durante el pasado verano el GP tuvo la afortunada ocasión de reconocer un par de especies que no se dan por nuestros lares cacereños, aunque ciertamente disfrutemos de familia cercana. La primera que tuvimos ocasión de reconocer, tras algunos años de ausencia, fue la rana roja o rana bermeja. Como recordarán quienes sigan el blog, el pariente extremeño de este anfibio es la rana ibérica o rana patilarga, a la que también hemos visitado este verano. En realidad, para aquellos que no tengan vista aguda y conocimientos herpetológicos, les resultarán ranas sumamente parecidas. Tan solo el enorme tímpano de la rana roja y unas líneas dorsales más marcadas podrían dar alguna pista para diferenciarlas. 

    Fuimos a su encuentro a nuestro lugar predilecto en las afueras de nuestra aldea, con pastos húmedos y el lecho de un arroyo enlodado (lugares óptimos para encontrar esta preciosa rana). Desgraciadamente, cuando llegamos al cauce, el GP no se dio cuenta que su sobrina Rosa se estaba poniendo de barro hasta las orejas, y que su cuñado Eduardo se estaba poniendo nervioso con tanto lodo. Entre cazar la rana y salvar a Rosa del lodo el GP tuvo que optar a regañadientes por lo segundo, pero después de poner a la sobrina a salvo tuvimos tiempo de localizar de nuevo a nuestra esquiva amiga y hacerle la foto que tienen arriba. Rosa, por cierto tiene pánico a estos animalitos desde que una ranita meridional le saltó a la boca: fue verla allí y empezar a llorar.

. Nadie espere que la rana esté ahí esperando a nuestra fotografía. Habitualmente está escondida en la hierba o mimetizada con la tierra húmeda: el entorno de abajo es el más propio de este anfibio.

Nuestro paraje favorito para localizar esta rana, entre Gustei y Vilarnaz.

segunda-feira, 3 de setembro de 2012

CHAMPIÑONES AMARILLEANTES EN EL PARQUE DEL PRÍNCIPE


 
Juan mostando una seta de chopo reseca,
lista para convertirse en un barquito.
       Las temperaturas moderadas de finales de agosto y un césped regado en abundancia han permitido al G.P. contemplar la primera eclosión de setas otoñales en el parque del Príncipe, nuestro lugar predilecto para observar biodiversidad urbana. Estas setas son los champiñones amarilleantes, o Agaricus xanthoderma,  una especie muy común en los parques de nuestra ciudad y que puede aparecer en cualquier lugar cubierto de césped o grama. El reconocimiento de estas setas no es demasiado complicado: basta frotar con los dedos la parte externa del sombrero para que amarillee en pocos segundos. Si nos queda alguna duda, cortamos la base e igualmente cambiará de color en breve (aunque nos cargamos la pobre seta). A diferencia de otras deliciosas especies de la famila de los champiñones, el amarilleante ha demostrado ser un hongo tóxico que nos regala un buen dolor de barriga si nos atrevemos a comerlo y padecemos de un estómago delicado. Afortunadamente, el color amarillo y el olor son dos buenos indicativos para no confudirlos con champiñones comestibles como la bola de nieve o el champiñón silvestre.
     Los ejemplares que encontramos aparecían en grupos y eran jóvenes: todavía no habían desplegado su sombrero, como cualquier buen champiñón que se precie suele hacer, pero estas setas de parques no suelen tener la suerte de morir de pochas. Habitualmente acaban desbrozadas por la cortadora de césped o destruidas por los niños (y Juan no es una excepción: usa las setas como barquitos flotantes en el agua del canal).  Triste destino, como vemos, el de estas setas. Afortunadamente son tan prolíficas que no nos quedaremos sin champiñones tan fácilmente en nuestros parques.
 
Alguien había recolectado un gran número de setas antes de llegar nosotros.
 
Un conjunto de champiñones, creciendo sobre la raíz de un fresno. El cuarteamiento del sombrero muestra la presencia de calor en estos días de septiembre.